Ventajas y desventajas de las blockchains públicas en 2025

Las blockchains públicas son la base de todo lo que haces cuando envías Bitcoin, usas Uniswap o compras un NFT. No hay intermediarios. No hay bancos. No hay permisos. Solo código, redes globales y miles de personas verificando cada transacción. Suena ideal, ¿no? Pero detrás de esa libertad hay un costo. Y ese costo no es solo económico. Es energético, técnico y hasta político.

Lo que las blockchains públicas hacen mejor

La mayor ventaja de una blockchain pública es que nadie la controla. No hay CEO, no hay junta directiva, no hay gobierno que pueda congelar tu cuenta. Si tienes la clave privada, eres el dueño absoluto de tus activos. Eso no existe en ningún sistema financiero tradicional. En Bitcoin, por ejemplo, más de 100 millones de billeteras han sido creadas, y ninguna ha sido bloqueada por una autoridad central. Eso es poder real.

La transparencia también es un superpoder. Cada transacción que se hace en Bitcoin o Ethereum se registra para siempre en un libro público. Cualquiera puede revisarla. Puedes verificar que una empresa no mintió sobre sus donaciones, que un fondo no desapareció, que un contrato inteligente se ejecutó tal como se prometió. No necesitas confiar en una empresa. Confías en el código y en la red.

La inmutabilidad es otro pilar. Una vez que una transacción tiene seis confirmaciones en Bitcoin, es prácticamente imposible borrarla. Eso no significa que sea 100% infalible -los ataques de 51% son teóricamente posibles-, pero en la práctica, costaría miles de millones de dólares intentarlo. Y aún así, no se borraría la transacción, solo se podría reescribir el último bloque. Es como intentar borrar una piedra grabada en el fondo del océano.

Y luego está la seguridad. Con miles de nodos repartidos por todo el mundo, cada uno verificando cada transacción, es mucho más difícil hackear una blockchain pública que un servidor centralizado. En 2024, el ataque más grande a una blockchain pública fue el de Ronin Network, que fue un puente privado, no la blockchain misma. Las blockchains públicas como Ethereum o Bitcoin no han sido hackeadas en su núcleo. Su seguridad viene de la distribución, no de la opacidad.

Lo que las blockchains públicas no resuelven

Pero aquí viene el problema: no son rápidas. Bitcoin maneja solo 7 transacciones por segundo. Ethereum, antes de su cambio, hacía 15. Hoy, con el Proof of Stake, sube a 30-40, pero sigue siendo una gota comparado con Visa, que maneja 65.000 por segundo. Cuando hay una ola de compras de NFTs o un nuevo token que se lanza, la red se atasca. Los precios de las comisiones (gas fees) se disparan. En 2021, pagar una transacción en Ethereum costó hasta 400 dólares. Hoy, en días normales, es de 1 a 5 dólares. Pero en picos, sigue siendo insoportable.

Y luego está el consumo de energía. Aunque Ethereum ya no usa Proof of Work, Bitcoin sí. Y Bitcoin consume más energía que muchos países. En 2025, se estima que la red Bitcoin usa alrededor de 120 teravatios-hora al año. Eso es más que la República Checa. No es sostenible a largo plazo, y eso genera presión regulatoria. Países como China ya prohibieron el mining. La Unión Europea está evaluando impuestos verdes para mineros. La reputación ambiental de Bitcoin sigue siendo una piedra en el zapato.

La gobernanza es otro calvario. En una blockchain pública, las decisiones se toman por consenso comunitario. Pero ¿qué pasa cuando la comunidad no está de acuerdo? En 2017, Bitcoin se dividió en Bitcoin y Bitcoin Cash por un debate sobre el tamaño de los bloques. En 2016, Ethereum se dividió en Ethereum y Ethereum Classic tras el hackeo del DAO. No hay un CEO que diga "esto se arregla así". Hay votaciones, foros, discusiones que duran años. Y al final, la red se parte. Eso no sirve para una empresa que necesita estabilidad.

Y la privacidad… es un mito. Todo lo que haces en una blockchain pública es visible. Puedes ocultar tu nombre, pero no tu patrón de gasto. Si compras 10 ETH y luego los envías a una billetera que se vincula a tu identidad, todo se rastrea. Los gobiernos ya usan herramientas como Chainalysis para rastrear cripto en lavado de dinero. Si quieres mantener tus finanzas en secreto, una blockchain pública no es tu mejor opción. Las privadas, como Hyperledger, sí lo son.

Fork en una cadena de bloques dividida en Bitcoin y Bitcoin Cash con usuarios confundidos.

¿Quién realmente usa las blockchains públicas hoy?

Los traders y los entusiastas las usan porque no tienen otra opción. Si quieres participar en DeFi, comprar NFTs o enviar dinero sin intermediarios, no hay alternativa. Las blockchains públicas son el único lugar donde puedes hacerlo sin pedir permiso. Pero no son para todos.

Las empresas, en cambio, casi nunca usan blockchains públicas para sus operaciones internas. ¿Por qué? Porque necesitan velocidad, control y privacidad. Un banco no va a poner sus transacciones de nómina en Ethereum. Una cadena de suministro no va a publicar sus inventarios en Bitcoin. Por eso, la mayoría de las empresas usan blockchains privadas o híbridas. Solo usan lo público cuando necesitan transparencia total: como para certificar la procedencia de un diamante o verificar que un medicamento no es falsificado.

Los desarrolladores sí las aman. Porque pueden construir sin pedir permiso. Puedes crear un token, un contrato inteligente o una aplicación descentralizada sin tener que pasar por una aprobación corporativa. Eso es lo que hizo que DeFi explotara. Pero también es lo que hace que el ecosistema sea caótico. Mil proyectos nuevos aparecen cada mes. La mayoría desaparecen en 6 meses. La innovación es libre, pero también es frágil.

¿Qué está cambiando en 2025?

Las soluciones de segunda capa están ganando terreno. En Bitcoin, el Lightning Network permite pagos casi instantáneos y con costos cercanos a cero. En Ethereum, las capas 2 como Arbitrum y Optimism manejan más del 70% del tráfico de DeFi, con tarifas 100 veces más bajas que la red principal. El valor total bloqueado en estas capas supera los 12 mil millones de dólares en 2025. Eso no elimina los problemas de la blockchain pública, pero los mitiga.

También hay avances en privacidad. Protocolos como zk-SNARKs permiten hacer transacciones verificables sin revelar los detalles. Zcash ya lo hace, y Ethereum lo está integrando. No es perfecto, pero es un paso. La combinación de capas 2 + privacidad cero-knowledge podría hacer que las blockchains públicas sean viables para más casos de uso.

Y la regulación está llegando. En Estados Unidos, la SEC está intentando definir qué es un valor digital. En la UE, el Marco de Mercados de Criptoactivos (MiCA) ya exige transparencia. No es un freno, es un marco. Y eso, a largo plazo, puede ayudar a que las blockchains públicas se vuelvan más estables, no menos.

Ciudad futura con torres blockchain y tecnologías de privacidad reemplazando bancos tradicionales.

¿Vale la pena usar una blockchain pública?

Si quieres libertad financiera, no confiar en instituciones, y estás dispuesto a aceptar lentitud y costos altos en momentos críticos, entonces sí. Las blockchains públicas son la única forma de tener dinero verdaderamente soberano.

Si eres una empresa que necesita procesar 10.000 transacciones por segundo, mantener datos privados y tener un equipo técnico que resuelva problemas rápidamente, entonces no. Busca una blockchain privada o una solución tradicional.

Si eres un desarrollador que quiere construir sin pedir permiso, y entiendes que el ecosistema es volátil, entonces sí. Pero no esperes que sea fácil. Las blockchains públicas son como un río caudaloso: te llevan lejos, pero te mojas hasta los huesos.

¿Qué sigue?

Las blockchains públicas no van a desaparecer. Pero tampoco van a reemplazar a los sistemas tradicionales. Van a coexistir. En los márgenes, donde la confianza es escasa y la censura es un riesgo, serán el estándar. En los centros, donde la eficiencia importa, serán reemplazadas por alternativas más controladas.

Lo que sí es cierto: en 2025, ya no puedes ignorarlas. Ya no son una curiosidad tecnológica. Son una infraestructura global. Y como toda infraestructura, tiene sus ventajas, sus fallas y sus costos. Lo que debes decidir es si esos costos valen la pena para lo que necesitas.

¿Cuál es la principal ventaja de una blockchain pública?

La principal ventaja es la descentralización: nadie controla la red, lo que elimina la necesidad de intermediarios y previene la censura. Cualquier persona puede participar, verificar transacciones o enviar activos sin pedir permiso.

¿Por qué son lentas las blockchains públicas?

Porque cada transacción debe ser verificada por cientos o miles de nodos en todo el mundo. Este proceso de consenso, aunque seguro, es lento. Bitcoin solo procesa 7 transacciones por segundo; Ethereum, incluso con Proof of Stake, maneja menos de 50. En comparación, Visa maneja 65.000.

¿Es Bitcoin seguro si todo es público?

Sí, porque la seguridad no viene de ocultar datos, sino de la criptografía y la distribución. Nadie puede alterar una transacción confirmada sin controlar más del 51% de la red, lo que es económicamente inviable. Lo público es el registro, no la identidad. Tus fondos están protegidos por tu clave privada.

¿Qué pasa si hay un conflicto en la comunidad?

La red puede dividirse en una bifurcación (fork). Esto ya ocurrió con Bitcoin y Bitcoin Cash, y con Ethereum y Ethereum Classic. No hay un juez central. La comunidad elige qué versión seguir. Esto crea incertidumbre, pero también refleja la naturaleza democrática de estas redes.

¿Puedo usar una blockchain pública para mi negocio?

Sí, pero solo para casos específicos: transparencia total, como rastrear productos o certificar documentos. No es adecuada para operaciones internas que requieran velocidad, privacidad o control. Para eso, las empresas usan blockchains privadas o híbridas.

¿Están muertas las blockchains públicas por el consumo energético?

No. Ethereum ya redujo su consumo en un 99,95% al pasar a Proof of Stake. Bitcoin sigue usando energía, pero muchos mineros ahora usan excedentes de energía renovable o eléctrica desperdiciada. La presión regulatoria está forzando cambios, pero no la extinción.

¿Cuál es el futuro de las blockchains públicas?

El futuro está en las capas 2 (como Lightning Network y Arbitrum) y en la privacidad cero-knowledge. Estas tecnologías permitirán velocidad y confidencialidad sin sacrificar descentralización. Las blockchains públicas no reemplazarán a los bancos, pero sí se convertirán en la capa de confianza para aplicaciones críticas: identidad digital, cadenas de suministro y finanzas abiertas.

2 Comentarios

Natàlia Mata
Natàlia Mata

diciembre 6, 2025 AT 02:08

las blockchains públicas son como el wifi gratis del bar: te conectas, te olvidas de la seguridad y luego te das cuenta de que alguien está usando tu cuenta para comprar NFTs de monos. 😅

Rafael Escudero
Rafael Escudero

diciembre 7, 2025 AT 14:20

La parte que más me gusta es que cualquiera puede construir sin pedir permiso. No necesitas un título, un capital inicial ni un abogado. Solo un código y una idea loca. Eso es magia pura.

Y sí, las tarifas se disparan, pero las capas 2 están solucionando eso poco a poco. No es perfecto, pero es el primer paso hacia un internet verdaderamente abierto.

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